viernes, 12 de agosto de 2011

La canción del emigrante. 12/8/2011


Ayer compartí cervezas y tapas con parte de la enorme comunidad de españoles residentes en esta ciudad. Me iba a ir por la tarde, pero una llamada a Marta, amiga de mi amigo Jon, me puso el plan en bandeja.

Quedamos en el Taberna21, un bar que es punto de encuentro de compatriotas que buscaron en este país la oportunidad que no llegaba en España. Salió en "Españoles por el mundo", por cierto. En la mesa vi gente emprendedora, valiente, esforzada, alegre. Vi a personas que renunciaron a la cercanía de los suyos, y a las comodidades del hogar, llegaron con muchas ganas de trabajar y se dieron de bruces con una forma de trabajar "bananera, frustrante" y con un trato que no siempre puede considerarse amable. También, entre risas y charlas, percibí mucha melancolía.

Muchos de los emigrados pertenecen al sector de la construcción (arquitectos, ingenieros...). Explotó la burbuja inmobiliaria en España y con ella las esperanzas de encontrar trabajo de muchos jóvenes licenciados.

Emigrantes de nueva generación, "aquí somos los moros de España". Se definen así, aunque ninguno llegó en patera y viven en mejores condiciones que la mayoría de los marroquíes en nuestro país.

También saben que las distancias ya no son las mismas a las que debieron enfrentarse nuestros abuelos (me enteré por cierto de que cientos de españoles fueron reclutados por los gringos como mano de obra para construir el canal, morían de marlaria y fiebre amarilla a cientos, los pobres).

Pero aunque en Panamá vivan bien, España, seas de donde seas (el 90% de los congregados eran catalanes), siempre se añora. Su comida, su gente, su clima, su jamón serrano, su farra... Es una verdad universal, y así me lo confirmaron. Muy pocos se plantean establecerse aquí definitivamente.

En fin, yo sigo mi viaje y vuelvo al Pacífico. Esta vez mi destino es la isla de Coiba, antiguo penal del estado y hoy parque natural. Allí me esperan mantas rayas, atunes, y tiburones. Sobre todo tiburones. Volveré a estar pues desconectado unos días.

Y cuando acabe este periplo regresaré a España, a trabajar. Yo soy de los que gozan de esa gran suerte.

Ojalá los que tienen responsabilidad sobre la marcha del país (o aspiran a tenerla), hubieran estado ayer en la mesa de la Taberna21. Quizás observando y escuchando a un pequeño grupo de los nuevos emigrantes españoles, se dejasen de las chorradas y discusiones en las que tantos esfuerzos y recursos se derrochan y se dedicasen a luchar contra el chorreo de cerebros, grandes profesionales y buena gente, que España deja tristemente escapar cada día.


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